Esta frase de Rumi me llevó a pensar en la importancia decisiva que tiene la pregunta, la manera en que consultamos, la forma de abordar eso que intentamos sacar a la luz.
Cada vez que consultamos, buscamos una respuesta que se escapa de nuestras maneras habituales de conseguir respuestas. Suelen ser situaciones complicadas, una "tribulación" diría Ritsema, frente a la cual, nuestras respuestas racionales no alcanzan.
La pregunta es el anzuelo con el que intentaremos "pescar" esa respuesta tan esquiva a nuestra razón y, seguramente, tan certera para resolver nuestro dilema.
Anzuelos, palabras, preguntas... "trampas para atrapar al Tao", diría alegremente Chuang-Tse.
Claro, justo cuando llego a entender la importancia de una pregunta bien formulada, es cuando surge con más fuerza la importancia de la respuesta, una respuesta que va a venir bajo una forma inusual, con un lenguaje que, muy probablemente, no sea el que esperaba... vendrá a mostrarme cosas que no esperaba ver, o quizás sí, pero desde un ángulo distinto.
Sí, la respuesta es tan importante como la pregunta, es más, son una misma cosa... ¿Cómo? ¿Pregunta y respuesta una misma cosa?. A ver. la pregunta, la necesidad ineludible de preguntar, ya lleva implícita la respuesta, solo que no lo vemos. La pregunta es la forma que toma una respuesta que pugna por salir, una manera de decirnos que debemos buscar ahí... "No me buscaríais, si no me hubieras encontrado"
En fin, abismo sobre abismo, dice Jung en su prólogo al I Ching en la versión de Wilhelm, y acierta de medio a medio. Ese es el marco en el que se desarrollan las consultas, un lugar donde no hay certezas y solo la modesta brújula del consultante es el instrumento que logrará guiarlo hacia la salida.
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