27 de mayo de 2018

Orígenes Históricos del Yijing




Uno de los rasgos más característicos de la cultura china es la relativa invariabilidad de sus formas culturales esenciales, que han seguido la misma pauta desde hace casi cuarenta siglos. Algunos caracteres de la escritura china siguen siendo, como veremos, los mismos que hace tres mil años usaron los adivinos de las antiguas dinastías: nos hallamos ante una especie de "fósil viviente" que pervive gracias a las especiales características de ritos primordiales de la cultura china, como el culto a los antepasados, que "obligó" a los sabios a no alejarse de las normas establecidas por los ancestros. Para los chinos del período clásico, la cultura era la suma de la sabiduría de maestros pasados, tan perfecta que no podía alterarse ni modificarse de modo sustancial. Esta concepción de la cultura podría explicar -en parte- el monolitismo cultural chino y su relativo estancamiento en algunos campos de investigación; sin embargo el respeto a la tradición ha contribuido a la creación y conservación de una ingente cantidad de registros escritos que nos explican cuáles eran los principales cánones tradicionales y cómo se debían interpretar para no traicionar el deseo de los antepasados. En este contexto debemos entender las palabras de Kongzi, el maestro Confucio, cuando dijo: "yo no invento; transmito", Confucio se situaba de este modo en la cadena de sabios que comunicaban el conocimiento de forma literal.
Las dinastías chinas más antiguas eran monarquías teocráticas, designadas por el poder del Cielo, y por lo tanto, cualquier asunto político era, a la vez, un asunto religioso. La adivinación era un asunto de estado, y su práctica permitía consultar al Cielo, a los antepasados o a los dioses y espíritus cuál era la vía de acción a seguir. En la tradición china, los sistemas mánticos se asociaban a los héroes mitológicos fundadores de la civilización, asegurando un linaje aristocrático para los adivinos y sus sistemas. Esto elevó el estatus de los métodos adivinatorios a un nivel raramente igualado en otras partes del mundo.
Las prácticas mánticas alcanzaron tal relevancia y llegaron a otorgar a sus usuarios tal poder, que se convirtieron en patrimonio de los emperadores y de la aristocracia china. La historia se remonta a la Edad del Bronce, cuando un pueblo llegado de las grandes llanuras de Asia Central consiguió someter a la cultura agrícola conocida en los anales chinos como dinastía Xia, pueblo cultivador de mijo y soja asentado en la planicie del Huanghe, el Río Amarillo. Este pueblo conquistador, conocedor del bronce y poseedor, por tanto, de un armamento más poderoso se hizo con el control de la región y llegaría a ser conocido como la dinastía Shang, la primera de las dinastías históricas chinas, que gobernó entre los siglos XVII-X1 a.C. Los Shang son una cultura que intenta, a su manera, civilizar el entorno; asentados en las fructíferas tierras del Río Amarillo y de sus afluentes, encuentran un lugar con las fuentes de riego necesarias para poder aprovechar el tipo de suelo. Pero el río es caprichoso, con impredecibles crecidas y cambios de curso inesperados. Ya desde la época Shang, el agua representará para los chinos un elemento altamente peligroso que hay que vigilar constantemente y, eventualmente, llegar a "vencer". Este terror reverencial representado por el agua se hará patente en los mitos de Yu, el Domesticador de las Aguas. Por otra parte, la llegada oportuna de las lluvias primaverales se convertirá en otro de los factores decisivos para la fertilidad de la tierra: demasiada lluvia inundará los cultivos y arruinará la cosecha; poca lluvia convertirá el loess -la fértil tierra amarilla de la cuenca del río Amarillo- en polvo seco e inutilizará la tierra. Por este motivo, en el contexto del Yijing la mención de la lluvia siempre tiene un carácter benéfico y liberador, y la falta de lluvia es un motivo de preocupación permanente.

Jordi Vilà - Introducción al estudio del Yijing, Yijing El Libro de los Cambios
Editorial Atalanta, Segunda Edición, ISBN 978-84-934625-9-8


6 de mayo de 2018

Desintegración?

Una consulta en un momento difícil...
Todo parece haberse puesto patas para arriba. Todos corren, todos gritan, se siguen ideas traídas de los pelos que revertirían una crisis que se profundiza cada día… aún más con esa locura. 
Todo empieza a afectarme y entonces decido consultar por lo que pueda ser de ayuda. Consulto para obtener una imagen general.

El hexagrama obtenido es el 52, con la sexta línea en mutación...



Hex 52. Kên / El Aquietamiento, La Montaña

Dice Wilhelm:
Aplicado al hombre, se señala aquí el problema que consiste en alcanzar la quietud del corazón. Es sumamente difícil aquietar el corazón. Mientras que el budismo aspira a la quietud mediante un desvanecimiento paulatino de todo movimiento en el nirvana, el punto de vista del Libro de las Mutaciones sostiene que la quietud es tan sólo un estado de polaridad que siempre tiene por complemento el movimiento.

EL DICTAMEN

Aquietamiento de su espalda,
de modo que él ya no siente su cuerpo...

Las tensiones suelen acumularse en la espalda. Los cordones nerviosos se nuclean en esa zona y el estrés suele anudarlos y contracturarnos. Cuando de alguna manera nos "enfrentamos" al mundo, cuando más reconocible se torna nuestra personalidad, nuestro ego, es cuando empezamos a sentir los efectos en la espalda. Este dictámen parece estar dando una descripción y una terapéutica. Describe a alguien al que su espalda se le ha hecho visible, a alguien que se ha separado del todo de manera que puede reconocerse fuera de esa unidad. Un ego que intenta imponerse o, al menos, se enfrenta, al mundo que lo rodea. La terapéutica es justamente aquietar la espalda, eliminar esa separación, volver a ser invisible o, mejor dicho, indivisible de la situación general. Esta situación que estoy viviendo puede ser caótica, desagradable, pero el I me dice que hay que aquietarse, no entrar en conflicto, desvanecer nuestro ego, puesto que la situación es mucho más grande que mis fuerzas y es parte de un "tiempo" al que es conveniente adaptarse, fluir con él. "De modo que él ya no siente su cuerpo" significa no hacer nada. No que que deba haber inactividad, sino que toda actividad surja de la necesidad del momento, sin "nuestra" intervención. Un poco el Wu Wei chino. Como respirar, que no es un movimiento que necesite de nuestra consciencia.
La montaña es, también, el signo donde termina y empieza cada ciclo. En China el nordeste tiene un significado misterioso, nos dice Wilhelm en su libro La Sabiduría del I Ching, ya que es el punto en que se juntan la muerte y la vida. Por Kên pasa la línea divisoria entre Yang y Yin. Es el fin de un ciclo y el comienzo de uno nuevo. Todo comienzo suele tener en una crísis su generación. Muchos procesos llegan a su fin de una manera caótica, con la propia destrucción sobre la que se edificará lo nuevo. Es una ley natural. Ante esto poco puede hacer el ser individual. Así, la respuesta es esa: aquietarse, desvanecerse en la unidad, fluir, esperar y confiar en el nuevo comienzo. Quizás las recomendaciones para la meditación sean una buena imagen: "sentarse tranquilamente, con la espalda recta y los ojos cerrados; observar el flujo de las emociones corporales, no juzgarlas ni resistise a ellas, solo verlas venir, mantenerse y luego irse." 
Sentarse tranquilamente significa que hay que hacer un trabajo consciente, hay que disponerse para ello, no es simplemente sentarse y no hacer nada. Los ojos cerrados para no juzgar, para no entrar en el juego del ego de analizar demasiado y pretender dirigir ese flujo. No es tiempo, parece, para eso. Es momento de ser pequeño.

El signo nuclear es el 40, Hsieh, La Liberación según Wilhelm; La Desintegración, según Ritsema.
Hay quienes dicen, como Ritsema, que el nuclear es lo contraindicado. Hay quienes dicen que el nuclear es lo subyacente a cuatro situaciones que tienen ese mismo núcleo. Carlos Molinero es de estos últimos.
La Desintegración parece una imagen acertada para describir lo que me llevó a consultar. Algo que está en una pendiente descendente, que se rompe, se desintegra. No necesariamente para desaparecer, quizás para tomar nueva forma. La Liberación también es pertinente. Algo que se destruye porque su forma ya no lo contenía. Algo que debe romperse para que surja lo nuevo. El cascarón que se rompe, porque ya no es útil, y da paso a una nueva forma de vida, que se sentía confinada, apretada... que le impedía crecer. Puede estar hablando de la situación general o puede estar hablando de mí. Puede que sea el momento de romper con algunas cosas que ya han cumplido su ciclo, no lo sé todavía.

Dice Ritsema

Desintegrar. Cosechante: Sudoeste.

En línea con lo que escribía más arriba. Desintegrar.
Agrega, además, que es beneficioso el Sudoeste. El sudoeste es la posición de K'un, lo receptivo, el sitio del trabajo en común, la tierra y su planicie en la que todos son iguales...

Hay mucho más, está claro, pero esto me alcanza como para iniciar un proceso que me permita salir airoso de esta difícil situación pero, sobre todo, que me permita extraer lo que debo aprender.